Límites estúpidos.
Dos sacan las manos de alegría; Las agitan, mientras los demás autos con sus bocinas incitan a que no dejen de agitarlas. En sus manos hay remeras, y en sus voces hay cánticos que no se oyen: hay mucho ruido fruto del accionamiento al unísono de los cláxones por parte de todos los conductores. La autovía por momentos parece una pequeña CALLE céntrica de ciudad, atestada por muchachos sedientos de más festejo, de poder pisar el césped propio, y convertirse en leyenda.
El cielo vuelve a desprender gotas. Los techos corredizos de los autos, contrariamente a lo que se suponía, son lentamente abiertos, y de ellos emergen exultantes niños que no dejan de BRILLAR a la luz del sol que se esconde de a poco.
El arco iris uno se desvanece por falta de proyección. El dos está en eso.
El número uno dice: ¡que buena tarde tuviste! El dos le contesta: "Si, por fin un día cumplí el sueño de anular completamente a un rival".
El número uno le repregunta, insiste en saber si recordaría esa tarde de no ser por la victoria. El número dos lo mira fijo como insinuando un "no". El número uno también lo mira fijo y llora de alegría. Ya esta LIBRE. Ya no llora de alegría. Ya no llora.
El nene del Renault 12 verde agita su bandera. Ocho adolescentes que tripulan un Fiat Duna blanco, PENOSAMENTE se aproximan a sin éxito a un Vw Gol propiedad de cuatro chicas que juegan al hockey y fueron a apoyar al plantel. No querían perderse el partido de Rosario. Cuando el Duna se acerca al lado derecho del Gol, las chicas cierran las ventanillas. El del Audi gris, revive por radio el gol del número tres, le que sirvió para coronar el triunfo, y mientras tanto de pone mas cerca del micro principal, el que lidera la caravana, el que lleva los jugadores. Martín es el chofer de un 1114 escolar que se ubica atrás del Audi y chusmea a ver que hacen los muchachos en el micro. El número cuatro se muestra por las ventanillas mientras toma champagne del pico. El número cinco no sabe ni entiende nada:¿MANEJA OTTO EL AUTOBÚS?, dice luego de mirar el 1114 y de continuar agitando su botella de vodka moviendo su brazo derecho. El chofer del micro oficial tampoco entiende demasiado. La caravana comienza a atravesar los arcos y los puentes. El puente cinco es muy angosto. El puente seis es dfícil de ser superado fácilmente si van dos autos, uno al lado del otro. En el siete los micros empiezan a caer estúpida y absurdamente, rompiendo las vallas de defensa. Los autos siguen de largo mirando como caen los 9 ómnibus. La prensa llega mas rápido, porque son morbosos y no policias ni periodistas deportivos. Ese abismo se convierte en catarata, y la espera será larga.
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