martes, 10 de junio de 2008

Consigna en clase : Espacio físico

Entrar a un texto desde un espacio físico significativo.
Lograr la descripción: Enumerar sus partes, utilizar una ayuda memoria, recordar colores, luz, impresiones, sonidos o una particularidad sonora, un olor, algo táctil.; Pensar en un personaje que asociemos, o en personajes importantes relacionados con ese lugar. Todo lo que nos haga acordar. Buscar una analogía con otro hecho, ver en que día estuvo muy diferente. Encasillarnos en un aspecto del espacio, una punta, y volver a descubrirlo, ayudar a que lo invente la memoria.

El Galpón

Las tardes de invierno eran frías, oscuras por momentos, sobre todo si se pasaba la barrera de las seis. El Fiat celeste se guardaba bajo un techo de chapas con una base de tirantes de algarrobo. A su derecha estaba el imponente galpón. Quizá imponente observado con vista de niño; Quizás si lo estuviera viendo ahora no me parecería alto, ni imponente.

Recuerdo que no era muy pulcro, ni tampoco estaba muy bien conservado. El paso de los años había dejado su huella. Las paredes eran de ladrillo a la vista, un ladrillo rojo y descascarado; Por momentos se le caía el revoque que tenia a los costados si uno le pasaba la mano con fuerza como quien limpia un pantalón al que se le impregnó alguna suciedad; La polvareda se levantaba y empezábamos a toser. También tosíamos cuando entrábamos, porque no era el lugar más limpio del mundo. Parecía nunca haber existido la aspiradora en ese universo paralelo. Todo ruido que ocasionábamos al toser quedaba opaco cuando el tren pasaba y marcaba los ritmos de la conversación. Entre la bocina y el ruido de las vías crujiendo sobre los viejos durmientes, nadie podía escucharse. Solo el que vive en proximidad de las vías del ferrocarril conoce y puede acostumbrarse a tamaño ruido.

El galpón tenía un techo a dos aguas, La trasera daba a la medianera lateral, la delantera al pequeño patio. No poseía ventanas, solo dos puertas de madera muy altas, que llegaban hasta el techo y se disponían opuestas para crear una sola abertura grande. Una de las hojas de la puerta sí tenía vidrio, y este permitía ver hacia adentro, y hacía posible que ingresara un pequeño haz de luz.

Unos siete metros de largo y solo dos de ancho eran suficientes para albergar una gran cantidad de objetos decorativos, revistas deportivas y del corazón, muebles desgastados, y sobre todo, viejas historietas, antiguos muñecos y juguetes, y números atrasados de la AZ10, que eran los objetos que, lógicamente, más nos atraían de todo lo que había en ese galpón.

Paradójicamente nunca fui de coleccionar historietas ni muñequitos de series infantiles, pero en esa época se habían convertido en el fetiche a conseguir para poder jugar allí dentro.

Nos prohibían la entrada al cobertizo, Los padres de él decían que lo iban a demoler, que eso ayudaría a desterrar los problemas de bronquios y alergia de los integrantes de la familia.

Todo cambió una tarde en la que volvíamos del colegio y éramos próximos a cruzar las vías. Estábamos más preocupados pensando en si llegábamos a pasar por el cruce antes que el tren, que en la calle misma que teníamos que cruzar metros antes. No miramos, y cruzamos igual. Casi nos pisa un colectivo, nos pasó raspando. Son de esas escenas en las que se te pasa toda tu vida por los ojos en un segundo, aunque tengas ocho años, y de esa vida solo recuerdes los últimos 5 o 6 .

Agitados y asustados, tardamos diez o quince minutos en entrar a la casa. Antes de abrir la reja que nos llevaba a la zona del garage y el galpón, vimos un volquete en la puerta, pero no le llevamos al apunte. El papá de mi amigo nos ve y nos dice que entremos, que hace frió. A la casa misma se entraba por la otra reja. Disimulamos. Seguíamos con miedo. No decimos nada y nos preparan como siempre la chocolatada. Decimos que no queremos y nos vamos para el galpón. Vemos que no tiene techo, y que hay un obrero o un albañil que estuvo seguramente desde temprano, y que saca las cosas de adentro en una carretilla. Luego nos dicen que vamos a poder jugar a la pelota o a la paleta más tranquilos, que va a haber más lugar: Nosotros vemos irse de a poco, en un volquete, el lugar donde vivimos aventuras mutantes, del espacio, con linternas, con walkie-talkies, con Rambos y Gia Joes.

1 comentario:

Celia Güichal dijo...

He pasado por tu blog, muy interesante zona narrativa...
(revisá/fichá acentuación)
saludos,
Celia