En el análisis introspectivo los escritores recuerdan, describen y analizan ellos mismo lo que han estado haciendo mientras componían el texto.
En el análisis protocolario los escritores no analizan ni juzgan lo que han hecho, sino que sólo lo verbalizan mientras lo están haciendo. También se les pide que escriban un texto, pero en lugar de esperar hasta el final para hablar, han de decir en voz alta todo lo que hacen en el momento en que lo hacen.
El modelo de Flower y Hayes (1981) consta de tres grandes unidades: la situación de comunicación (la labor de ambientación), la memoria a largo plazo del escritor y los procesos de escritura.
Este se compone de tres procesos mentales de escritura planificar, redactar y examinar eso que se creó. Además esta el monitor, un mecanismo de control que ayuda a regular la puesta en funcionamiento de cada uno de los procesos nombrados.
La composición es un proceso de pensamiento dirigido por una red de objetivos. Los planes del texto que diseña el escritor compiten con los conocimientos de la memoria a largo plazo y con el texto que se va gestando para dirigir el proceso de composición. Durante el proceso de composición se producen actos de aprendizaje. El escritor aprende cosas que utilizará después para regenerar los objetivos y los planes del texto. Se considera que el pensamiento creativo o la inventiva del escritor reside precisamente en la habilidad de explorar un tema, desarrollarlo y formar conceptos nuevos que regeneran los primeros.
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