viernes, 6 de junio de 2008

Jaime Rest: El cuento tradicional y moderno. Antología. Estudio preliminar:

Poe denominó al cuento en 1842 como la pieza de ficción en prosa cuya brevedad permite leerla de un tirón, ininterrumpidamente.

En sus comienzos medievales la situación fue harto diferente. En su momento lo conocían como un conjunto de manifestaciones literarias divergentes e insulares que se repartían en las muy diversas categorías de exempla, fabilaux e infinidad de otras especies. La unificación del término fue gracias al crecimiento del relato breve en toda Europa a partir del romanticismo en la primera mitad del siglo XIX.

La cultura medieval se sustenta en la autoridad, por lo que hasta la validez de una anécdota ficticia, resultaba proporcionalmente persuasiva al volumen de sus “antecedentes”. Al contrario, la óptica moderna es individualista: No solo la manera de encarar el relato sino también el asunto son personales.

Propp ha centrado el análisis morfológico del relato folklórico: el cuento tradicional se organiza en cuanto a la anécdota. Un encadenamiento de acciones que en sus expresiones más primitivas se encuentra escueto y lineal. La narración fáctica tiende a lo maravilloso y a lo realista (verosímil y cotidiano).

La brevedad del cuento radicaba en que el encadenamiento de acciones se agotaba en tal extensión.

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